JULIO/AGOSTO 2018: EN TIEMPO DE ELECCIONES
- Posted by yoga_admin
- On julio 23, 2018
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En Tiempo de Elecciones
“Aquello que cada uno de nosotros es, en cada momento de su vida, es la suma de sus elecciones previas.
El hombre es lo que decide ser.”
Jean Paul Sartre
En esta época en la que las elecciones fueron y siguen siendo tema de discusión (y de preferencia de reflexión personal) aquí en México, creo que es importante compartir algunos pensamientos en cuanto a este tema. Desde un punto de vista yóguico, hemos ya dicho varias veces que la realidad que experimentamos es un reflejo de la realidad interna que vivimos momento a momento. En breve, el mundo es como una pantalla en blanco y la mente de cada uno de nosotros proyecta la “película” que sus acciones previas o sus semillas/tendencias kármicas lo obligan a percibir. Y un sinnúmero de películas pueden coexistir al mismo tiempo, siendo cada una perfectamente válida para aquél que la vive. Es decir, alguien puede estar viviendo en una película de guerra, otra persona en una historia de amor, y otra una telenovela al mismo tiempo y en el mismo lugar.
Y así como nos juntamos con nuestros amigos para ver películas o series que nos interesan, estas tendencias kármicas con las que nacemos van creando experiencias comunes que es lo que se conoce como “karma compartido”. Las familias, las ciudades, los países, las especies, e incluso los planetas tienen karma compartido. Desde esta perspectiva también, como país, la mayoría de las películas que se traslapan determinan el karma compartido de esa nación. Así pues, cuando hablamos de gobiernos y dirigentes, la tendencia es siempre (como en otras áreas de la vida) culpar a lo externo de las penurias y problemas que tenemos. Pero de acuerdo al yoga, tendríamos que decir que cada país tiene al gobernante que refleja la realidad interna de sus habitantes. Y este hecho, como aplica también en el caso de las parejas, colegas y demás personas en la vida, es un hueso duro de roer. Siempre es más fácil culpar a alguien más para evadir hacernos responsables de nuestro propio material.
Las cualidades y los defectos que veamos en nuestros dirigentes son en última instancia las mismas cualidades y defectos que llevamos dentro. Requiere de mucha imparcialidad y humildad bucear hacia nuestro interior y ver qué esas cosas que vemos que nuestros políticos hacen, las hacemos nosotros también. Quizás algunas en menor grado y con menor desfachatez, pero en realidad… ¿somos 100% congruentes con lo que decimos y hacemos todo el tiempo? ¿Respetamos siempre todas las leyes? ¿Cumplimos todos nuestros compromisos? ¿No tomamos provecho y ventaja en algunas de nuestras acciones? ¿No somos desconsiderados de las necesidades del planeta y de las otras especies que lo comparten con nosotros?
Los yoguis se valen de una herramienta básica conocida como viveka, que en español vendría siendo algo así como discriminación, o discernimiento. El mes pasado discutíamos en la primera línea del pavamana mantra la importancia de poder diferenciar lo que era real (sat) de lo que era irreal (asat), para poder salir del engaño en el que vive nuestra mente en cada momento. Pues la ignorancia o entendimiento erróneo de la realidad nos hace percibir y relacionarnos con el mundo de forma equivocada.
Otra forma de interpretar este discernimiento, es poder distinguir en nuestras acciones diarias, qué comportamientos, palabras y pensamientos nos acercan a la iluminación o se alinean con la virtud, y cuáles no. Entre las recomendaciones éticas que el Maestro Patánjali hace en su primer paso (yama) del camino óctuble del yoga (asthanga yoga), encontramos a brahmacharya. Algunas personas tienden a interpretar esto como abstinencia sexual (creando muchas dudas sobres si seguimos en el camino del yoga o no, jeje); otras más interpretaciones como mantener una conducta sexual pura que no dañe a uno mismo y a otros, pero en realidad, Brahma es una palabra que puede traducirse como Dios o realidad última, y charya, conducta.
De tal suerte que de un(a) practicante de yoga debería de buscar alinearse a la búsqueda de la comunión con Dios y/o hacia la iluminación en su conducta: en todo lo que hacemos, pensamos y decimos. Y esto puede ser una tarea monumental o quizás parecer imposible al inicio. Por mucho, el inconsciente dicta la forma en la que nos relacionamos con el mundo, pero la conciencia y la vigilancia mental son los mejores aliados en la práctica. Y para eso buscamos meditar, para poder estar en el presente y poder estar conscientes de nuestras palabras, pensamientos y acciones en cada momento. A medida que vamos tomando las riendas de nuestro comportamiento, el efecto en nuestro mundo externo se hace mucho más palpable, y nos vamos dando cuenta poco a poco del poder que tenemos de afectar nuestra realidad. Si cambio yo, cambia mi realidad. Y seguramente si estás leyendo esto es porque de una forma u otra ya lo has podido constatar. Y de ahí viene, a mi parecer, el verdadero poder de la fe.
Esta fe es la que nos mantiene a flote porque buscamos y tenemos siempre un objetivo claro: la iluminación o comunión con Dios. En el proceso podemos esperar momentos difíciles, fáciles, alegres, tristes… es parte del camino. Es importante poder reconocer nuestras fortalezas y áreas de oportunidad para no caer en comportamientos que nos lleven a boicotearnos o a exigirnos demasiado. No somos ni negros ni blancos, sino grises. Demasiados estragos hemos vivido a causa de la culpa, para poder seguir envenenando nuestro corazón, y sintiéndonos mal por aquellos tropiezos que tengamos en el camino. Eso no nos exime de hacernos responsables de las acciones que hemos tomado, y tener la madurez de aceptar las consecuencias de nuestros actos cuando éstas vengan.
Así, vivimos en cada momento un momento de elecciones, elecciones que son las que determinarán el mundo personal en el que vivimos. Alineemos esas elecciones con la no violencia y la consideración de las necesidades de otros, empezando obviamente con nosotros mismos.
Rafael Cervantes, julio y agosto 2018
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