ABRIL 2018: BIENVENIDA LA PRIMA-VERA
- Posted by yoga_admin
- On abril 9, 2018
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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera.
Pablo Neruda
El término prima proviene de “primer” y vera de “verdor”. Astronómicamente, esta estación comienza con el equinoccio de primavera (entre el 20 y el 21 de marzo en el hemisferio norte, y entre el 21 y el 23 de septiembre en el hemisferio sur), y termina con el solsticio de verano (alrededor del 21 de junio en el hemisferio norte y el 21 de diciembre en el hemisferio sur).
Después del frío invierno, las noches más cortas y los árboles descobijados, empieza a respirarse algo nuevo en el aire. Con la llegada del clima más agradable y templado, el resurgir de la vida y el anuncio de una nueva estación, sentimos que algo nuevo se está gestando.
Físicamente, la primavera favorece la liberación de hormonas tan conocidas como la oxitocina (hormona del amor), la dopamina (hormona del placer y la motivación), la serotonina (estado de ánimo), la noradrenalina (alivia el estrés) o las feromonas (las hormonas de la atracción). Todas ellas en su conjunto influyen para que nos sintamos con más energía, felices y más enamorados. Hay un refrán en España que dice que “la primavera, la sangre altera”.
También es una época del año en la que las flores sueltan el polen y muchos de nosotros podemos ser propensos a alergias, y es común que andemos tosiendo, estornudando o con los ojos llorosos y la nariz goteando. Desde el punto de vista emocional las alergias tienen que ver con rechazos o reacciones exageradas a situaciones que podríamos considerar “normales”. ¿Me resisto o rechazo algo o alguien en este momento de mi vida? ¿Me da miedo florecer y volver a nacer? ¿En qué situaciones de mi vida tiendo a exagerar mi reacción y agrego más drama de lo habitual? Siempre es bueno poder echar un vistazo a lo que el cuerpo nos quiere decir.
La primavera también está asociada al renacimiento, la renovación y la resurección. Después de los crudos inviernos que tenemos en la vida, aquellos periodos en los que tenemos que replegarnos para conservar energía y poder soportar las inclemencias, empezamos poco a poco a ver la luz y sentir el calor que indica la llegada de un nuevo ciclo y un comienzo a la vida. Nada dura para siempre, y una vez que nos dejamos abrazar y apapachar por este calor que derrite el frío, podemos empezar a ver que todo lo que nos ocurre en la vida y no nos destruye, nos da una oportunidad maravillosa para crecer y aprender de todo lo acontecido. A mayor luz, mayor oscuridad. Es decir, cada vez que estemos dispuestos a ver más luz tenemos que estar dispuestos a tocar emociones más profundas y dolorosas para poder liberarlas en conciencia.
Nada dura para siempre y el universo está compuesto por ciclos. La llegada de la primavera es la trancisión a un ciclo nuevo que indica que las cosas cambian, se renuevan y renacen para poder consolidarse y llegar al climax (verano), empezar a contraerse (otoño) y volver a un estado de repliegue (invierno). Esto es un claro recordatorio de que todo es impermanente en la vida: tanto los momentos y las cosas buenas, como los momentos y cosas desagradables. Tener esto presente nos ayuda a vivir más en el momento presente y poder disfrutar realmente las cosas que nos gustan y que disfrutamos, y poder sobreponernos a las situaciones adversas en la vida.
La primavera también suele asociarse a la juventud (“cumplió sus quince primaveras”), y es en nuestros periodos de juventud en los que vamos despertando a la vida: el cuerpo cambia, experimentamos el primer amor y el primer desamor, decidimos qué hacer con nuestra vida, buscamos respuestas e indagamos sin tener mucho del peso que las responsabilidades futuras van depositando en nuestro corazón. En la primavera de nuestra vida vamos forjando nuestro carácter y nuestra personalidad, y se nos presenta una maravillosa oportunidad de desarrollar conciencia para poder aprender de los errores que vamos cometiendo y que nos llevana buscar abrigo en el invierno. Si podemos integrar las lecciones que nos dejan, nuestro caminar por el mundo se va haciendo cada vez más libre, y sentimos cada vez más independencia y bienestar. Eso es, a final de cuentas nuestra esencia profunda: libertad y gozo que venimos a experimentar en este plano gracias al milagro de la vida.
Rafael Cervantes, abril 2018
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