AGOSTO: IDO Y REQUETE IDO
- Posted by yoga_admin
- On agosto 13, 2017
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gate gate pāragate pārasaṃgate bodhi svāhā
Prajñāpāramitāhṛdaya sutra
El mantra que se presenta aquí arriba es uno de los más conocidos en la literatura budista, y se encuentra en un sutra (enseñanza del Buddha) denominado el Sutra del Corazón. En él, el Buddha explora el concepto de sabiduría y describe la realidad última y muchas de sus aplicaciones a los diferentes aspectos del camino.
Cada sílaba del mantra hace alusión (en código) a los cinco senderos de desarrollo espiritual que una persona debe de recorrer hasta alcanzar la iluminación. Pero antes de comenzar con el primero, la práctica espiritual empieza con la renuncia, básicamente el sentimiento de hastío ante el sufrimiento que encontramos en esta vida, y la decisión de querer erradicarlo. Es común que coqueteemos con la renuncia al experimentar alguna situación adversa que nos aqueje profundamente: enfermedades, pérdidas materiales, pérdidas de seres queridos, accidentes, etc. No es una decisión de irse a vivir en una cueva o de dejar de disfrutar la vida, sino de dedicar nuestra fuerza y nuestra energía a aquello que nos pueda dar felicidad duradera y no pasajera: nuestra práctica espiritual. Cada uno de nosotros despierta o reacciona de manera distinta.
La palabra gate es un derivado en sánscrito del pasado participio del verbo ir (gata), o sea “ido” en español. Ya que decidimos “irnos” de la vida mundana e invertir nuestros esfuerzos para erradicar el sufrimiento, entramos en el primer sendero, el sendero de acumulación. Nos dedicamos a realizar la mayor virtud posible, tratando de alinear nuestros pensamientos, palabras y acciones con el amor y el mayor beneficio hacia todos los seres (obviamente nosotros incluidos). Este paso es como garantizar que tenemos los papeles y requisitos en orden para poder hacer una inversión. No es coincidencia que el camino empiece aquí, pues la conducta ética (dejar de dañar a otros) es la base del desarrollo espiritual y la causa primaria de la felicidad. Es el fortalecimiento de una de las alas que nos llevan a la iluminación, el amor y la compasión.
Y es aquí donde empezamos también a caminar en el segundo sendero, el sendero de preparación. Esto corresponde al segundo gate en el mantra. Podríamos decir en español: “re-ido”. Este sendero se dedica a fortalecer la segunda de las alas requeridas para nuestro vuelo: la sabiduría. Comenzar con una aproximación intelectual, acompañada de contemplación y meditación, para ir analizando la naturaleza última de las cosas (en el budismo se llama vacuidad) e ir comprendiendo su relación con la conducta ética, para entender que el mundo tal como lo experimentamos es: (a) algo que viene de nosotros, y no hacia nosotros y (b) resultado directo de la forma en la que hemos tratado a los demás en el pasado. El entendimiento del funcionamiento y relación entre karma (acciones) y vacuidad (realidad última) es esencial para ir refinando nuestro comportamiento día a día y nuestro entendimiento. Se crea entonces una espiral ascendente en el que a medida de que refinamos nuestro entendimiento, sabemos que actuar por el bienestar de los demás es la causa de la felicidad última, lo cual nos hace también tener una mayor proyección de sabiduría.
La tercera sílaba, paragate, sería algo así como “requete-ido”. Corresponde al sendero del ver. La alusión al verbo ver es figurativa, pues corresponde al punto en el que el alma (a través de un arduo esfuerzo en acumular virtud y sabiduría) entra en comunión con la realidad última, transformándonos positivamente para siempre. Nos convertimos en un arya, que en sánscrito quiere decir extraordinario: un ser extraordinario en términos de realización espiritual. Todos los grandes maestros que han caminado en este planeta han tenido esta realización, que les permite obtener un conocimiento especial de su naturaleza esencial. Coincide con lo que algunos místicos describirían como “comulgar con Dios”. Una experiencia que escapa a cualquier intento de describirla con palabras y conceptos, pues trasciende este plano en el que vivimos. A partir de este momento nada es igual. Se dice que eliminamos para siempre dos cosas: (a) la creencia intelectual de que las cosas existen por su propio lado y (b) la duda en el camino espiritual. Para una mente de este calibre, no hay un ápice de duda en saber que dañar a otro ser es la tontería más grande a nivel kármico que podemos realizar. Quizás por eso con sus vidas nos demuestran lo “iluminadamente testarudos” que son al apegarse al amor y la no violencia como único camino de liberación. Esta experiencia de comunión, sin embargo, no es posible sostenerla pues todavía tenemos impresiones kármicas para seguir viviendo en este mundo de sufrimiento, con la diferencia que ahora hemos probado esa verdad última, y sabemos que vivimos en un mundo basado en una ilusión alimentada por la ignorancia.
Y entramos el cuarto sendero, el sendero de la familiarización. En el mantra, parasangate: “archi requete contra ido”. Con esta nueva plataforma de desarrollo espiritual y de entendimiento ganada en el sendero anterior, el trabajo consiste en ir recreando esta conexión con la fuente, o la verdad última para ir erradicando cada vez más nuestros pensamientos ignorantes que afligen nuestra paz interior. ¡Es sólo cuestión de ir al almacén y deshacernos de todo el inventario! Dicen por ahí que si no nos alcanza hacerlo en esta vida (el objetivo primario que buscamos), máximo en 7 vidas más terminamos.
Bodhi, la penúltima sílaba en el mantra, hace referencia al estado de la budeidad: convertirnos en un ser despierto. Un ser que ha actualizado todos sus potenciales, que amalgama la máxima evolución de su cuerpo con la máxima evolución de su mente, y los pone al servicio de todos los seres en todos los lugares. Un ser que posee las herramientas necesarias para poder ayudar realmente a los seres, ya sea de manera dulce o quizás con un jalón de orejas. A pesar de que también se denomina como un sendero, el sendero de no más aprendizaje, es en realidad la meta –la iluminación: gozo, sabiduría y amor infinitos que nunca terminan. El fin de las aflicciones mentales y sus causas. Es el final del camino y el inicio del verdadero trabajo de ayuda infalible. Por el profundo amor que mueve a estos seres, automáticamente aparecen en un sinnúmero de mundos para ayudar a los seres a evitar el sufrimiento. Ese es el llamado profundo de nuestra alma, el que vinimos a realizar y trabajar en esta dimensión. Sabiendo que el sentir es una herramienta clave, y la entrega al amor incondicional el ingrediente más importante.
Y terminamos así el mantra con svaha, que en sánscrito quiere decir ¡Así sea!
Rafael Cervantes, agosto 2017
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