FEBRERO 2018: VINYASA KRAMA, FLUYENDO EN CONCIENCIA POR LA VIDA
- Posted by yoga_admin
- On febrero 12, 2018
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VINYASA KRAMA: FLUYENDO EN CONCIENCIA POR LA VIDA
Duhkha daurmanasya angam ejayatva shvasa prashvasa vikshepa sahabhuvah
La mente sale disparada, y con eso aparece dolor en el cuerpo, los pensamientos infelices, el temblor en las manos y en otras partes del cuerpo, la respiración pierde su ritmo al entrar y salir.
Yoga Sutra del Maestro Patánjali , I.31
La palabra vinyasa en sánscrito se compone de dos partes: vi=orden + nyasa=colocar; y la palabra krama quiere decir “secuencia ininterrumpida de eventos, de principio a fin”. Por tanto, el término completo quiere decir “la colocación ordenada de una secuencia de eventos”.
En la práctica de ásana (posturas físicas), tenemos la oportunidad de realizar vinyasa krama cuando alineamos en conciencia la respiración ujjayi (victoriosa), la alineación física, la intención y el fluir de una postura a otra con gracia y atención plena. En los saludos al sol, sobre todo, podemos practicar en conciencia esta serie de movimientos cuidando todos estos aspectos para simular la forma en la que el sol se mueve en el cielo (de forma continua y sin pausas).
Lo que hace a la práctica de yoga una herramienta tan poderosa es que trabaja con todas las capas de nuestro ser: física, energética, emocional y mental, volviéndolo un trabajo holístico. Y lo que distingue a una clase de ásana de una serie de contorsiones es la intención, la respiración y la conciencia con la que se practica. La respiración ujjayi nos permite anclarnos para poder mantener un ritmo constante desde el principio hasta antes de entrar a shavásana, independientemente de lo que el cuerpo esté haciendo. Por tanto es de suma importancia mantenerla durante la duración de la vinyasa.
Durante la clase, las posturas se encargarán de probar si perdemos este ritmo, que puede interrumpirse por tres razones principales:
- Olvido. Esta es la más común, simplemente se nos olvida respirar así. Quizás estamos muy aplicados los primeros 5-10 minutos durante los saludos al sol, y después nos vamos distrayendo y volvemos a respirar normalmente.
- Agitación. Si la clase es vigorosa y demanda de nosotros un esfuerzo físico, empezaremos a jadear y perderemos el flujo que estábamos tratando de mantener. Curiosamente, con la práctica constante un día tu corazón podrá estar latiendo fuertemente por la intensidad de la secuencia de posturas, pero tu respiración sigue manteniéndose constante.
- Miedo o dificultad. El ejemplo clásico son las inversiones, cuando el poner nuestro corazón por encima de la cabeza (literal y figurativamente hablando) detona miedos y emociones que tenemos guardadas. Ahí generalmente dejamos de respirar y nos quedamos pasmados.
Cuando perdemos la respiración y se altera el ritmo, las demás capas de nuestro ser que están interconectadas, sentirán este efecto. A esto hace alusión la línea del Yoga Sutra que cito al inicio del tema del mes. Cuando la respiración se altera, los pensamientos, el cuerpo físico y energético también lo harán y perdemos nuestro equilibrio en todos ellos. Y en estos momentos hay que estar muy al pendiente del tipo de emociones que surge cuando las cosas no salen como queremos con el cuerpo; ya que la mente repite los patrones que nos rigen fuera del tapete, y los replica durante la clase. Así reaccionas ante las situaciones fáciles y difíciles en tu vida: a veces con enojo, con culpa, flagelándote, comparándote con otros, dándote por vencido, etc. Por el contrario, si la respiración es constante y fluida durante la clase, las otras capas de nuestro ser se “contagiarán” de esta paz y podremos centrarnos más. Y a medida que vamos practicando esto durante la clase, esa misma ecuanimidad nos la llevamos poco a poco a nuestra vida diaria.
Hay una poderosa fuerza que se genera en ir trabajando con esta inercia que nos puede llevar a detonar emociones y tocar espacios que no nos habíamos permitido accesar con anterioridad. Una de los grandes regalos que nos da la práctica de ásana es la aceptación de nuestro cuerpo tal cual es. Ante tanta presión social de tener que moldear su figura y apariencia para satisfacer los requerimientos y patrones de belleza impuestos por otros, el comulgar con tu cuerpo y aceptar sus debilidades, fortalezas -y honrarlo y reconocerlo como el mensajero del alma y el templo que nos ayuda en esta vida a seguir evolucionando- es algo muy reconfortante y satisfactorio. Si bien deseamos avanzar en nuestra práctica, el momento presente es el que tenemos con el cuerpo y sus características que ahora tiene, y entonces empezamos a estar en paz con nosotros mismos.
Si podemos ir fluyendo con gracia durante la clase, iremos haciendo lo mismo en nuestra vida. Mira como cada clase es como una vida “concentrada”: el primer día en este mundo saludaste al sol y el último día de tu vida terminarás en shavásana. Y durante el periodo intermedio habrá cosas fáciles, difíciles, días con salud y con enfermedad, momentos alegres y tristes, gente que te agrada y gente que no te agrada, etc. Desde esta perspectiva, nuestra vida termina siendo otra vinyasa, y toca a nosotros usar la conciencia para acomodar los eventos y poder aprender de ellos, y poder fluir con gracia para conocernos cada vez más a nosotros mismos e ir incrementando nuestro nivel de conciencia. Y desde otra perspectiva incluso, esta vida es una vinyasa de una serie ininterrumpida de renacimientos que han venido ocurriendo desde el el tiempo sin principio. Y toca así en esta encarnación poner orden y trabajar con los asuntos pendientes que venimos arrastrando.
Hagamos el esfuerzo de poner conciencia de todas las vinyasas que vamos pasando durante el día, para que podamos unirlas en una intención bondadosa y un fluir consciente que nos permitan ir caminando por la vida con gracia y entusiasmo.
Rafael Cervantes, febrero 2018
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