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JULIO: SATSANG- EL PODER DE LA COMUNIDAD

  • Posted by yoga_admin
  • On julio 10, 2017
  • 0 Comments

Satsangatve Nissangatvam / Nissangatve Nirmohatvam

Nirmohatvam Nishchalatattvam/ Nishcalatattvam Jivanmuktih

 

De la compañía virtuosa, surge el desapego.

Del desapego, surge la liberación de la ilusión.

Liberados de la ilusión, experimentamos la realidad última.

Experimentando la realidad última, nos liberamos en vida.

 

Del Bhaja Govindam Stotram, Maestro Shankaracharya

 

Al vivir en una sociedad, todos tenemos interacción con diferentes grupos de personas. Algunos de estos grupos nos dejan un balance positivo, otros uno neutro, y otros un balance negativo. Algunos tienen requisitos para unirse a ellos (clubes sociales o deportivos por ejemplo), otros quizás sean impuestos por tu realidad (el trabajo de muchos). Sat quiere decir verdad, y Sangha quiere decir comunidad. Satsang entonces es un grupo de personas que busca la verdad, o que vive su vida de acuerdo a la verdad.

Todos crecimos con el dicho “dime con quién andas, y te diré quién eres”. El satsang sería como la versión elevada de este refrán. Los argumentos discutidos en un grupo, las actividades y objetivos que se definan en éste, permean el espíritu de sus acciones y el efecto que deja en las personas. Es muy diferente sentarse a tomar un café para criticar a alguien, que sentarse a tomar un café para acercarnos más a la Divinidad. La mente es como una esponja, y los objetos, personas, o circunstancias a la que la expongamos empezarán a influenciarla. Por tanto, deberemos de ser cuidadosos al seleccionar nuestra compañía, para poder elevar nuestra frecuencia y nivel de conciencia aún más.

A pesar de que el camino espiritual es individual, no quiere decir que tengamos que aislarnos y cargar todo el peso de nuestros problemas en soledad. Cuando tenemos una conexión profunda con alguien y compartimos valores, idiosincrasia y cariño, esa persona se convierte en un tesoro en nuestra vida. Una persona con la que podemos abrirnos y desnudar nuestras emociones, y de la cual seguramente recibiremos un consejo amoroso y sabio, o un hombro para recargarnos. Eso es altamente nutricio y beneficioso.

La sangha también se refiere muchas veces a las personas con las que compartes tu camino espiritual. Saber que hay más gente igual de “rara” que tú y que no estás solo(a), es muy reconfortante. Nuestra práctica se puede ver inspirada, motivada y fortalecida por la práctica de un grupo de personas con mentalidad y objetivos afines. Ellos son un recordatorio viviente de lo que buscamos en el corazón, y nos recuerdan también nuestro propio intento de seguir adelante. La compañía virtuosa entonces nos lleva al desapego. Eso quiere decir que cualquier relación que nos “ate” o que esté basada en un vínculo que resulta no sano,  no es satsang.

Pero debajo de cualquier sufrimiento, yace la ignorancia. Que no es una falta de conocimiento intelectual, sino un entendimiento erróneo de la realidad. Nacimos “cableados” por decirlo así para percibir el mundo de esa manera, y de ahí vamos generando vínculos y experiencias que al estar entintados de ignorancia, hacen que sigamos dando vueltas en este estado mental. Es un hábito que hemos desarrollado por mucho tiempo. Y como todo hábito, se puede ir cambiando poco a poco. Al estar rodeados de personas que buscan la verdad y la sabiduría vamos poco a poco fomentado un hábito distinto en la mente, para que vaya poco a poco permeando del intelecto al corazón y empecemos a afectar nuestra conducta. Ir soltando los apegos es como ir dejando equipaje que en realidad no necesitabas. Ya sin equipaje, puedes correr, o incluso volar. Ahora bien, es necesario saber qué tenías en las maletas para no volver a cargar esas cosas. Eso es lo que la sabiduría aporta: la conciencia de los actos, ideas y circunstancias para discernir cuáles nos acercan a la verdad, y cuáles nos alejan de ella.

Muchos grandes maestros han usado la metáfora de la ilusión para referirse a ese estado ignorante bajo el cual nos relacionamos con el mundo de forma equivocada. En breve, atribuimos características que las cosas, personas y circunstancias no tienen de forma inherente, y nos creemos esa película. Al entender esa ilusión, retomas el poder y la responsabilidad del contenido de la experiencia de tu mundo, sabiendo que tú llevas el control.

La sabiduría la podemos desarrollar de tres formas: escuchar, contemplar, y meditar. En compañía virtuosa escuchamos ideas y conceptos, que no servirán de mucho si no pasamos tiempo contemplándolos y pensando en su aplicación en nuestra vida. Y finalmente, no terminaremos bajándolo al corazón si no meditamos y volcamos la atención hacia adentro, si no lo hacemos parte de nosotros. Un ejemplo: la famosa línea lokah samastah sukhino bhavantu. Intelectualmente sabemos que quiere decir “que todos los seres en todos los lugares sean felices”, pero si nuestras palabras, acciones y pensamientos no son congruentes con ese principio, entonces nunca podremos llegar a sentir  lokah samastah sukhino bhavantu.

Al disolver esa ilusión, podremos también eventualmente sentir la divinidad, comulgar con Dios o encontrar la iluminación, hay muchas formas de describir este objetivo. El camino hacia el estado del yoga (unión con tu propia esencia divina), si bien es individual, no tiene que hacerse en soledad. Demos gracias por aquellas personas que constituyen nuestra sangha, caminemos con ellos sintiéndonos más fuertes, más apoyados y más felices.

 

Rafael Cervantes, julio 2017

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  • Satsangatve Nissangatvam / Nissangatve Nirmohatvam

    Nirmohatvam Nishchalatattvam/ Nishcalatattvam Jivanmuktih

     

    De la compañía virtuosa, surge el desapego.

    Del desapego, surge la liberación de la ilusión.

    Liberados de la ilusión, experimentamos la realidad última.

    Experimentando la realidad última, nos liberamos en vida.

     

    Del Bhaja Govindam Stotram, Maestro Shankaracharya

      Al vivir en una sociedad, todos tenemos interacción con diferentes grupos de personas. Algunos de estos grupos nos dejan un balance positivo, otros uno neutro, y otros un balance negativo. Algunos tienen requisitos para unirse a ellos (clubes sociales o deportivos por ejemplo), otros quizás sean impuestos por tu realidad (el trabajo de muchos). Sat quiere decir verdad, y Sangha quiere decir comunidad. Satsang entonces es un grupo de personas que busca la verdad, o que vive su vida de acuerdo a la verdad. Todos crecimos con el dicho “dime con quién andas, y te diré quién eres”. El satsang sería como la versión elevada de este refrán. Los argumentos discutidos en un grupo, las actividades y objetivos que se definan en éste, permean el espíritu de sus acciones y el efecto que deja en las personas. Es muy diferente sentarse a tomar un café para criticar a alguien, que sentarse a tomar un café para acercarnos más a la Divinidad. La mente es como una esponja, y los objetos, personas, o circunstancias a la que la expongamos empezarán a influenciarla. Por tanto, deberemos de ser cuidadosos al seleccionar nuestra compañía, para poder elevar nuestra frecuencia y nivel de conciencia aún más. A pesar de que el camino espiritual es individual, no quiere decir que tengamos que aislarnos y cargar todo el peso de nuestros problemas en soledad. Cuando tenemos una conexión profunda con alguien y compartimos valores, idiosincrasia y cariño, esa persona se convierte en un tesoro en nuestra vida. Una persona con la que podemos abrirnos y desnudar nuestras emociones, y de la cual seguramente recibiremos un consejo amoroso y sabio, o un hombro para recargarnos. Eso es altamente nutricio y beneficioso. La sangha también se refiere muchas veces a las personas con las que compartes tu camino espiritual. Saber que hay más gente igual de “rara” que tú y que no estás solo(a), es muy reconfortante. Nuestra práctica se puede ver inspirada, motivada y fortalecida por la práctica de un grupo de personas con mentalidad y objetivos afines. Ellos son un recordatorio viviente de lo que buscamos en el corazón, y nos recuerdan también nuestro propio intento de seguir adelante. La compañía virtuosa entonces nos lleva al desapego. Eso quiere decir que cualquier relación que nos “ate” o que esté basada en un vínculo que resulta no sano,  no es satsang. Pero debajo de cualquier sufrimiento, yace la ignorancia. Que no es una falta de conocimiento intelectual, sino un entendimiento erróneo de la realidad. Nacimos “cableados” por decirlo así para percibir el mundo de esa manera, y de ahí vamos generando vínculos y experiencias que al estar entintados de ignorancia, hacen que sigamos dando vueltas en este estado mental. Es un hábito que hemos desarrollado por mucho tiempo. Y como todo hábito, se puede ir cambiando poco a poco. Al estar rodeados de personas que buscan la verdad y la sabiduría vamos poco a poco fomentado un hábito distinto en la mente, para que vaya poco a poco permeando del intelecto al corazón y empecemos a afectar nuestra conducta. Ir soltando los apegos es como ir dejando equipaje que en realidad no necesitabas. Ya sin equipaje, puedes correr, o incluso volar. Ahora bien, es necesario saber qué tenías en las maletas para no volver a cargar esas cosas. Eso es lo que la sabiduría aporta: la conciencia de los actos, ideas y circunstancias para discernir cuáles nos acercan a la verdad, y cuáles nos alejan de ella. Muchos grandes maestros han usado la metáfora de la ilusión para referirse a ese estado ignorante bajo el cual nos relacionamos con el mundo de forma equivocada. En breve, atribuimos características que las cosas, personas y circunstancias no tienen de forma inherente, y nos creemos esa película. Al entender esa ilusión, retomas el poder y la responsabilidad del contenido de la experiencia de tu mundo, sabiendo que tú llevas el control. La sabiduría la podemos desarrollar de tres formas: escuchar, contemplar, y meditar. En compañía virtuosa escuchamos ideas y conceptos, que no servirán de mucho si no pasamos tiempo contemplándolos y pensando en su aplicación en nuestra vida. Y finalmente, no terminaremos bajándolo al corazón si no meditamos y volcamos la atención hacia adentro, si no lo hacemos parte de nosotros. Un ejemplo: la famosa línea lokah samastah sukhino bhavantu. Intelectualmente sabemos que quiere decir “que todos los seres en todos los lugares sean felices”, pero si nuestras palabras, acciones y pensamientos no son congruentes con ese principio, entonces nunca podremos llegar a sentir  lokah samastah sukhino bhavantu. Al disolver esa ilusión, podremos también eventualmente sentir la divinidad, comulgar con Dios o encontrar la iluminación, hay muchas formas de describir este objetivo. El camino hacia el estado del yoga (unión con tu propia esencia divina), si bien es individual, no tiene que hacerse en soledad. Demos gracias por aquellas personas que constituyen nuestra sangha, caminemos con ellos sintiéndonos más fuertes, más apoyados y más felices.   Rafael Cervantes, julio 2017" target="_blank">

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