NOVIEMBRE: ESTADO SALVAJE
- Posted by yoga_admin
- On noviembre 5, 2015
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Estado Salvaje
Aquella de larga cabellera lleva dentro de sí el fuego y el veneno, tanto al cielo como la tierra. Mirarla es como ver en su plenitud el brillo celestial. Se dice que ella es luz misma…
Siendo el caballo del viento, la compañera de Vayu inspirada por Dios, esta sabia se siente en casa en ambos océanos, al oriente y al occidente…
Paseando y siguiendo la huella de los seres celestiales y bestias silvanas, aquella de larga cabellera, conociendo su inspiración, es una dulce y energizante amiga…
Rig Veda 10.136, Sabios de Cabellera Larga
Esta referencia a una sabia de cabellera larga en estado salvaje se piensa que es la primera oda a los yoguis en tiempos védicos. Una ermitaña sucia y desnuda que vuela a través del cielo, que vive en armonía con la naturaleza permaneciendo alejada de la cultura humana. Es realmente una hija de la naturaleza. Los yoguis se retiraron y aislaron de su cultura para reclamar su estado natural hace mucho, mucho tiempo.
Cuando se pide a las personas que definan “estado salvaje” la mayoría de ellas usa connotaciones negativas como “fuera de control”, “no refinado”, “ingobernable”, o “egoísta”. Las cosas salvajes para casi todos los humanos con cosas no domadas que no reportan ninguna utilidad. Un caballo salvaje no sirve hasta que se doma, se entrena, se le pone una silla y se monta (si es que no se convierte en hamburguesa). Un campo de flores salvajes no sirve hasta que lo delimitamos, cultivamos, fertilizamos, lo convertimos en un monocultivo, lo cosechamos, rociamos y establecemos provisiones en él. Un arroyo salvaje no sirve hasta que lo contenemos en una presa, lo entubamos, embotellamos, electrificamos y estancamos. Salvaje es sinónimo de “no valioso”, mientras que domado es sinónimo de “valioso”. La naturaleza juega sólo un pequeño papel para abastecer la materia prima y satisfacer la ambición y deseos humanos. Pero nuestra ambición y deseos son insaciables, y la materia prima se está acabando. Los habitantes salvajes se consideran una peste o un blanco para los asesinos. Los humanos están convencidos que sacan provecho a los bosques, suelo, agua, petróleo y gas, así como de los peces, ballenas, defines, caballos, elefantes, osos, tigres, leones, ardillas, conejos y demás criaturas que pueblan la tierra. En lugar de celebrar la vida y el hecho de compartirla con otros seres vivos, presenciamos su desaparición… y con la de ellos quizás la nuestra también.
Los seres humanos están destruyendo la semilla de lo salvaje en ellos mismos, misma que da vida a su “rasa” –su sabor único. En esa carrera por destruir ecosistemas y diversidad, los humanos felizmente y ciegamente corren hacia el Armagedón.
Un yogui se siente parte del mundo y de la creación. Para el yogui, la definición de salvaje es ser libre, creativo, robusto y meditativo, estar en comunión con la naturaleza. Este sentimiento es parte de nuestro estado original, y se corrompe por esta la cultura que considera que todo en el mundo es explotable. En la epopeya sumeria de Gilgamesh vemos a una criatura natural que se llama Enkidu, quien se amamanta de todos los animales y pasta con ellos en las praderas. Los cazadores descubren a Enkidu cuando intentaba liberar a los animales de sus trampas. Los rumores de este extraño ser que podía comunicarse con todas las criaturas intrigó al Rey Gilgamesh, quien procede a seducir, contratar, educar y generar amistad con Enkidu. Es una triste historia que elucida cómo cada uno de nosotros ha perdido su contacto con la naturaleza y con el mundo natural. Nuestro propio estado salvaje es un tesoro perdido que hay que recuperar a toda costa.
Cuando Enkidu muere, Gilgamesh recita esta elegía al humano natural:
Enkidu… tu madre es una gacela y….tu padre que te creó, un burro salvaje. [Fuiste] criado por animales con colas y otros seres salvajes, en toda la extensión de la palabra. Los senderos que ascienden y descienden del bosque de cedros lamentan tu pérdida: el llanto no cesa durante el día y la noche.
-Tableta VIII Epopeya de Gilgamesh
Todo el mundo lamentó la muerte de Enkidu. Incluso los árboles en los senderos. Se había perdido un tesoro –la conexión entre humanos y el resto de la creación. Los yoguis heroicos de nuestro tiempo se convierten en la multiplicidad de la creación cada día, para poder así alinearse de nuevo con la fuerza de la creación y recuperar lo que se ha perdido –su estado salvaje.
-Noviembre 2015 – David Life
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