ENERO: ¿Y DÓNDE QUEDÉ YO?
- Posted by yoga_admin
- On enero 14, 2017
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El respeto a uno mismo es la piedra angular de toda virtud
John Herschel (matemático/astrónomo inglés, 1791-1871)
Se esfuma otro año y estamos ya al inicio de otro ciclo de doce meses. Seguramente estarás volviendo a tu rutina, deseando tener vacaciones de las vacaciones y coqueteando con los famosos “propósitos de año nuevo”. Pero antes de pasar ahí, echemos un vistazo hacia atrás y evaluemos el estado en el que dejamos al 2016. Con este sentimiento y percepción acelerada del tiempo que hemos estado viviendo, parece que fue ayer que empezaba el año pasado. Nuestro estilo de vida cada vez más caótico e interconectado no permite mucho tiempo para tomar una pausa y desconectarse. La presión de saber que las palomitas azules en whatsapp siguen en los mensajes que no has respondido empieza a generar estrés, y la tentación de monitorear cuantos likes lleva tu publicación también es apabullante. A menos de que cruces el desierto del Sahara o estés en alguna montaña remota, ya es muy difícil estar desconectado del celular o el internet. Hay cada vez menos refugios de aislamiento personal en nuestra vida cotidiana.
Seguramente muchos de nosotros terminamos el año con sobrecarga, ya sea emocional, laboral, física o de cualquier otra índole. ¿Cómo es que llegamos ahí? Seguramente no te diste mucha cuenta de cómo sucedió, pero al final del año ya parecías olla exprés a punto de reventar. Estamos acostumbrados a llenar la agenda de eventos y actividades que cuando tenemos un huequito, corremos a ver qué hacemos para llenarlo. Creemos que si no hacemos nada, perdemos el tiempo y somos muy poco productivos. A medida que pasa el tiempo la carga de responsabilidades se incrementa, y pocas veces paramos para evaluar si esa carga es apropiada, o necesitamos reajustar la composición de actividades para lograr un equilibrio armónico. Llegamos a las vacaciones, los días feriados o el fin de semana(si aplica), como si hubiésemos corrido el primer maratón sin mucho entrenamiento, a gatas e implorando parar. Esas vacaciones o días libres logran aminorar un poco el sentimiento de abrumo, pero sólo para volver a nuestras andadas.
Tenemos como sociedad una idea errónea que no hemos terminado de corregir y afinar: que velar por nuestras necesidades o considerarlas de antemano es un acto egoísta. Obviamente no es virtuoso ir por la vida pisando a otros y sacando provecho de las circunstancias y los seres que nos rodean, muchas veces nos vamos al otro extremo y entonces empezamos a dar más de lo que recibimos. Terminamos aceptando más trabajo, pacientes, más compromisos con los hijos, amistades, padres, etc., que a la postre nos dejan con tantas actividades que vamos relegando el tiempo que podríamos darnos a nosotros mismos y poder descansar. Siempre habrá una justificación que te impedirá decir, “hoy no puedo”, “estoy ocupado(a)”, “no, gracias”.
La idea que tenemos que cimentar en nuestra conducta es que para estar bien con nuestro entorno y los que nos rodean, es imprescindible estar bien con uno(a) mismo(a) de antemano. No es egoísmo, es simplemente respetarse, quererse y saber que estando en equilibrio, tu presencia y tu impacto ante los demás les genera más bienestar por el simple hecho de “estar ahí”. Sin ese respeto y equilibrio, es como si construyéramos un edificio enorme con una base muy enclenque. Tarde o temprano, cuando el peso sea suficiente, colapsará.
Ahora que empieza un año nuevo, hagamos que el propósito de año nuevo (que trataremos de mantener durante todo el mismo) sea ese respeto y sintonización con las necesidades propias. Olvídate por el momento de bajar 20 kilos y sumarle 15 horas a la semana en un gimnasio o corriendo con un parque, o privarte con numerosas dietas y restricciones. Hagamos un plan de cuidado personal sencillo este año con dos componentes principales: nutrición y cuidado de uno mismo.
Empecemos con la nutrición. Uno de los síntomas de falta de respeto y consideración a uno mismo, es comer, interactuar o estar en situaciones que, muchas disfrazadas de algo agradable, terminan por ser tóxicas en lugar de nutrirnos. Contempla sin juzgar ni flagelarte los siguientes puntos (puedes seguir elaborándolos, ya entendiste por dónde va).
- ¿lo que como me nutre?
- ¿mis amistades me nutren?
- ¿mi pareja me nutre?
- ¿mi trabajo me nutre?
- ¿mis pensamientos me nutren?
- ¿mi casa me nutre?
- ¿mi ciudad y mi país me nutren?
El primer paso para poder cambiar algo es precisamente ¡darse cuenta que hay algo que cambiar! Empieza a reemplazar todo aquello que vayas identificando que es tóxico, por su contraparte nutricia. Quizás tengas que luchar con patrones bien afianzados en tu conducta, pero con determinación, pasos lentos y seguros, lo puedes lograr J
El segundo incremento es el cuidado de uno mismo. Propongo que empieces la implementación de “pausas nutricias”, que irás acomodando de acuerdo a tus circunstancias, horarios y obligaciones.
- Pausa nutricia diaria: Elige una actividad que te llene y te haga sentir pleno(a), tú decides cuánto tiempo pero una en la que estés enfocado(a) en recibir y promover tu bienestar –clase de yoga, meditación, ejercicio que disfrutes, leer un libro, tomar un café viendo una montaña, salir a caminar, etc. Deja el teléfono a un lado, la computadora y todo lo demás. Trata de estar contigo, disponible para ti mismo(a) y en paz.
- Pausa nutricia semanal: mismo espíritu que la anterior pero un poco más larga. Una tarde, un día que te regales a ti mismo(a) para estar contigo. No es el espacio en el que corres a pagar tus cuentas o vas al supermercado o limpias tu casa. Tú decides qué hacer con ese tiempo mientras te permita sentir que te cuidas y te respetas.
- Pausa nutricia mensual: Intenta alargarla un poco más. Un domingo sin redes sociales y celular, un fin de semana en algún lugar, un retiro espiritual, bajar el ritmo en conciencia de la rutina. A medida que empieces a hacerlo, te irá quedando claro cuál es la fórmula que te satisface y te hace sentir mejor.
Seguramente ya tienes toda una serie de pretextos para no poder hacer esto: no tengo tiempo, estoy casado(a), trabajo en una empresa, necesito dinero, etc. Estas pausas en conciencia son homenajes y celebraciones a tus esfuerzos, un reconocimiento del trabajo que haces y de implementarse bien, seguramente nos permitirán encontrar un equilibrio y hacer que esa olla exprés vaya soltando la presión poco a poco, y no estalle. La prueba de fuego será el cierre del 2017 y ver en qué estado terminamos. Igual, peor o mejor que al año anterior. Es de humanos errar, pero ya es de humanos tontos (por no decir otra palabra) seguir errando en el mismo tema recurrentemente.
Si comenzamos a nutrirnos y respetarnos, empezaremos a ver que nuestro entorno empieza a ofrecernos lo mismo, las personas y circunstancias que nos rodean cada vez serán más placenteras, y estaremos más en paz con nosotros mismos. Esa falta de amor propio la disfrazamos de muchas maneras, a grado de pensar que no somos dignos de ese amor y ese cariño. A veces es más fácil estar atrapado en el dar, que en el recibir. Con conciencia y compasión hacia nosotros mismos, podemos hacer la mejor contribución a nuestro mundo.
Nútrete, ámate y cuídate. ¡Feliz 2017!
Rafael Cervantes, enero 2017
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