FEBRERO: EL SONIDO DEL YOGA
- Posted by yoga_admin
- On febrero 10, 2016
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taj-japas tad-artha-bhāvanam
Al cantar Om, uno tiene la realización de su significado. YSP 1.28
tataḥ pratyak-cetanādhi-gamo ’pi-antarāya-abhāvaś ca
De la repetición y reflexión sobre el Om, surge la Conciencia Cósmica y se destruyen las enfermedades físicas y mentales.
YSP 1.29
La ciencia recientemente ha aceptado lo que los yoguis de la antigüedad han realizado y transmitido de generación en generación: el mundo que percibimos está hecho de sonido. Lo que percibimos como algo sólido, como la materia, es en realidad un espacio pequeñito con unidades minúsculas de energía que vibran una contra la otra, y que surgen o dejan de existir. El mundo es vibración, nosotros somos vibración. El espacio entre los objetos se necesita para que se pueda establecer una relación: a medida que los objetos se mueven y vibran crean una relación, generando así un llamado y una respuesta. La separación crea la oportunidad de generar armonía.
Un sonido no vinculado a un idioma puede evocar una emoción específica, y esa misma emoción la pueden compartir personas que hablen distintos idiomas. Un chirrido es un sonido estridente casi de forma universal, mientras que un sonido agradable es placentero casi de forma universal también, y esto debido a la forma en la que el cerebro interpeta los sonidos y los asocia a un contenido emocional. Como dijo el ya finado Dr. Oliver Shacks en Musicophilia: Tales of Music and the Brain, “la inexpresable profundidad de la música, tan fácil de entender y tan inexplicable al mismo tiempo, se debe al hecho de que reproduce todas las emociones de nuestro ser más profundo sin estar asociada a la realidad y separada de su dolor… la música expresa sólo la quintaesencia de la vida y sus eventos, pero nunca ellos en sí”.
Todo el sonido que percibimos conscientemente o que manifestamos se crea por el encuentro de dos objetos, la interacción de la velocidad y el material crea una onda sonora. El cerebro procesa las ondas sonoras que entran por el conducto del oído, generando la experiencia del sonido. Los yoguis de antaño estaban muy interesados en este tipo de sonidos (¿qué tipos de sonido si hablamos del sonido en general?) y siempre se preguntaban y buscaban al sonido primigenio. ¿Cómo era en el principio del tiempo? ¿Hay un sonido subyacente a lo que percibimos? Se dice que OM es el mantra más poderoso, el sonido primordial: en el principio era la palabra. En el principio era el sonido, y ese sonido vibró externamente y eventualmente se manifestó en el plano físico.
Los tres sonidos que se conjugan en el OM son A, U, M, simbolizando las tres etapas que por las que pasa la manifestación: generación, organización, disolución. “A” vibra con un tono más bajo, más en el pecho y la garganta. “U” vibra en la cara y la quijada, a medida que la boca se cierra la “A” se convierte en “U” y direcciona la energía hacia arriba. “M” vibra en el cráneo a media que el sonido y la respiración pasan a través de las fosas nasales. Elevamos la vibración en nuestro ser físico a medida que cantamos estos diferentes sonidos. La palabra japa se refiere a la práctica de la repetición de mantras, una práctica que nos ayuda a refinar la generación del sonido y la habilidad de escuchar, entre otras cosas. Cuántas veces has escuchado la misma canción, una canción que disfrutas pero que da la impresión que cambia con el tiempo… se revela un significado nuevo y notas detalles que habían pasado desapercibidos. Si la repetición continúa la mente puede poco a poco ir soltando su tendencia habitual a analizar las cosas, tendencia que nos obstaculiza a percibir el sonido de lleno.
¿Por qué tantas clases de yoga empiezan y terminan con el OM? ¿Por qué se le considera un sonido sanador? Sin duda la mejor forma de investigarlo, como dice Sharon Gannon, es empezando a cantar OM, pues “a través de la repetición la magia emerge”.
-Jules Febre, Febrero 2016
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