
ABRIL 2019: CAERSE Y LEVANTARSE
- Posted by yoga_admin
- On abril 25, 2019
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Caer y Levantarse
“Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el Reino de los Cielos” Mateo 5:10
En estas estas fechas recordamos cada año a un gran maestro y yogui que marcó la historia del mundo de una forma profunda, a grado tal que se vuelve a contar la historia de la humanidad antes y después de su nacimiento. El maestro Jesús fue un hombre que alcanzó el estado de Cristo (que quiere decir ungido), convirtiéndose así en “Jesús Cristo”, un hombre que comulga con la divinidad y alcanza el estado de iluminación en este vida. Pocas figuras en el mundo han sido sujetas a tanta especulación y controversia como Él.
Jesús Cristo nos deja con sus parábolas y sobre todo con su un ejemplo de vida muchas claves que podemos tomar como inspiración para seguir caminando en nuestro proceso de crecimiento. En el sermón del Monte, cerca del mar de Galilea, el maestro Jesús comparte una enseñanza que con el tiempo viene a ser conocida como “las Bienaventuranzas”. Para efectos del tema de este mes, me enfoco en una de ellas: “Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia porque de ellos es el Reino de los Cielos”.
Una de las definiciones de justicia en el diccionario es: “principio moral que inclina a obrar y juzgar respetando la verdad y dando a cada uno lo que le corresponde”. Ahora bien, un gran debate se generaría si fuéramos a tratar de definir la verdad, ya que muchas veces prueba ser un concepto muy subjetivo. Sin embargo, la verdad en su nivel más elemental es algo que trasciende las religiones, los conceptos y las personas que la exponen, en la India se le conoce como sanatana dharma, o la Ley Eterna que busca volver a unir al ser humano con su esencia divina. Nadie tiene los derechos reservados de ella, y es por eso que las grandes figuras espirituales de la humanidad terminan dando un discurso similar. Y la esencia de este Ley Eterna, es el amor y la no violencia.
¿Cuántas de nuestras acciones, palabras y pensamientos están alineados entonces con esta no violencia y el amor, empezando claramente con nosotros mismos y permeando nuestra interacción con los demás? ¿Cuántas veces no respetamos nuestros deseos y terminamos sucumbiendo al que dirán; al miedo, a las reacciones de otros, a dudar de nosotros mismos… dejándonos en un estado de insatisfacción día con día? Y si tomamos la segunda parte de la definición de justicia, ¿vivimos en equilibrio en el intercambio entre el dar y el recibir en nuestras relaciones cotidianas?
Buscar la justicia en nuestra vida entonces no es cosa fácil, y sin duda alguna llamará la atención de los bandidos o incluso el mismísimo diablo, para que no nos desviemos del camino errado. Pero el diablo no es un señor con cuernos y un tridente que vive en un sauna perpetuo llamado infierno. El diablo toma la forma de nuestros miedos, nuestros enojos, nuestro dolor que cubrimos y evadimos para no ver, y que espera ahí pacientemente para hacernos vivir en un infierno en vida, impidiéndonos alcanzar el reino de los Cielos, que como el maestro Jesús bien dijo, no está en el Cielo, sino en nosotros mismos (Lucas 17:21). Cualquier persona que intente buscar esa justicia y salga entonces de su zona de confort, confrontando esas zonas oscuras que convenientemente deja de lado, seguramente será perseguida. De lo contrario, vivirá en una burbuja y pretenderá que no pasa nada… alejándose así del Reino de Dios.
En la vida del Maestro Jesús queda claro que la búsqueda de la Verdad es lo que impulsaba su corazón, y con una voluntad y devoción férreas y sabias, tenía muy claro su objetivo: comulgar con Dios, al que Él llamaba su Padre. Por eso decía siempre que “Mi Padre y yo somos Uno”, pues ya había experimentado en su corazón esa esencia divina o chispa divina que yace en todos los fenómenos y seres del universo. Y cualquier cosa que no nos acerque a comulgar con Dios, nos aleja entonces de ese reino.
Así entonces, cada uno de nosotros carga su cruz (compuesta de nuestros demonios internos) y cuando caigamos tendremos el libre albedrío de optar levantarnos o quedarnos estancados. El hecho de que Él haya sufrido más de una caída es un recordatorio que nosotros tendremos también más de una, y que no podemos cantar victoria a la primera valla que crucemos. El camino a la justicia nos costará y demandará cada vez más sacrificios, a grado tal de que podamos finalmente crucificar a nuestra identidad egocéntrica y podamos así dejar morir todos esos demonios internos que nos roban la paz, la sabiduría y el amor hacia nosotros mismos. Y una vez muerta esa identificación con esa identidad mundana, dejamos que muera para poder entonces renacer en nuestra esencia Divina, y alcanzar así el Reino de los Cielos.
En el camino del yoga, a esta determinación se le conoce como tapas (no confundirse con las de España), palabra sánscrita que quiere decir “abrir los brazos a las adversidades en bien de un objetivo supremo”. Es decir, en pos de esa justicia hemos de esperar que las adversidades vendrán, y gracias a nuestra fe y determinación empezaremos a poner en tela de juicio los valores, creencias y principios que tenemos que cuestionar, desechar y modificar para que nos acerquen a la verdad.
Dejemos que el ejemplo de este gran yogui y Maestro nos llene de amor, compasión y fuerza para que cuando sintamos que la cruz nos ha hecho doblegar las rodillas, sepamos que la retribución que buscamos opacará por mucho el dolor y tristeza que sentimos en ese momento. Esa divinidad ya está ahí, y está esperando que le abramos los brazos y el alma para dejar que emerja, y podamos así entrar en el reino de los Cielos en nuestro propio corazón. Por eso fuimos creados a imagen y semejanza de Dios.
-Rafael Cervantes, abril 2019
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