OCTUBRE: MIEDO
- Posted by yoga_admin
- On noviembre 24, 2016
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EL MIEDO
Quien vive temeroso, nunca será libre
Horacio, poeta latino 65 a.C-8 a.C.
El miedo es una de las emociones naturales que poseemos y que surge ante una sensación de riesgo o amenaza. Es una emoción que vibra en una de las frecuencias más bajas y nocivas para nuestro ser. Su contraparte es el amor, que tiene una vibración alta y es extremadamente beneficioso. El miedo ha sido una herramienta de control y de subyugación que ha sido utilizada a lo largo de la historia de la humanidad. Tenemos tantas memorias de miedo guardadas en nuestra psique, en nuestro cuerpo energético y en nuestro cuerpo físico, que resulta a veces “normal” alimentarlo y pensar que no podemos hacer nada al respecto. Pero nuestra esencia primordial, que vibra precisamente en la frecuencia del amor, escapa esta ilusoria condición.
La reacción física del miedo se desata en el cerebro (principalmente en el cerebro reptiliano que tiene como función regular actividades esenciales como comer y respirar) y en el sistema límbico (regula emociones, luchar/huir y temas de supervivencia). Nuestro cuerpo se pone en alerta, y nuestro sistema inmunológico se detiene cuando tenemos miedo. Nuestro cuerpo energético se retrae y se hace vulnerable a contaminantes energéticos. Pocas cosas pueden hacernos tan susceptibles a un ataque de cualquier índole como el miedo. Pocas cosas hacen que perdamos fe, confianza y fuerza en nosotros mismos como el miedo. Tanta historia de condicionamiento y subyugación, tanto física y a nivel de sistema de creencias, nos han dejado en cierta forma “dormidos” y “domados”.
El miedo está presente en todas las áreas de tu vida. Tenemos miedo a pensar de forma distinta, tenemos miedo a hablar con la verdad, tenemos miedo a retomar nuestra fuerza, miedo a sentir y a amar incondicionalmente, miedo a salirnos de nuestra zona de confort, miedo a salir a la calle, miedo al castigo divino, miedo a ser libres. El miedo es un virus que se propaga rápidamente por medio de la ansiedad, la preocupación y el no saber qué afrontamos.
Sin embargo, ya que el miedo es algo elemental, entonces no necesariamente es malo. Abre las puertas para mucha oportunidad de crecimiento y toma de conciencia, si es que lo utilizamos como herramienta de autoconocimiento y no como herramienta de autoflagelación. A continuación tenemos algunos consejos que pueden ayudarnos en situaciones en las que sintamos miedo.
1. ¡Respira y hazlo consciente! Cuando la mente se dispara, se alteran las demás capas de nuestro ser, ya que están inevitablemente conectadas. La respiración se altera y el cuerpo se pone en alerta. Al poner atención en la respiración empezamos a tranquilizarnos y anclarnos, contagiando ese sentimiento a otras capas. Si repetimos varias veces “tengo miedo, tengo miedo, tengo miedo” y no alimentamos esos pensamientos “tengo miedo porque soy muy débil, y no puedo con esta situación…”, entonces el simple hecho de hacerlo consciente lo reduce.
2. Considera otro punto de vista. Un miedo común es el miedo a los insectos o algunos animales. El animal más grande en el mundo es el gusano cordón de bota, que puede llegar a medir unos 50 metros. Más o menos unas 30 veces el tamaño de un humano y quizás hasta ahora ni sabías de su existencia. Piensa en una cucaracha… ¿cuántas veces eres más grande tú que ella? Definitivamente un par de cientos de veces. ¿Quién tiene probabilidad de sentir más miedo… tú o alguien que ve un ser cientos de veces más grande que ella, y no con intenciones amorosas? ¿Habrá nacido con el fin de hacer tu vida de cuadritos? La mayoría de los seres atacan porque sienten miedo y se sienten agredidos. ¿Qué percibe el otro ser involucrado en esta situación?
3. Usa la razón como aliada. Generalmente al estar agitados, la mente se dispara y empezamos a alimentar el miedo, constantemente pensando en los riesgos y percances que podemos sufrir. Eso sólo nos va condicionando a vivir en un estado mental más paranoico. Si podemos mantener más calma y pensar con la “cabeza fría” para poder analizar si el miedo es fundado o infundado, tendremos una visión más clara y ecuánime de cómo poder actuar. ¿Cuál es el peor escenario que enfrento? ¿Qué puedo empezar a hacer para moverme de ahí? La inactividad y victimización no ayudan. ¿Qué puedo aprender de todo esto?
4. Ten fe y compasión. Los miedos nos sacan de nuestra zona de confort, y muchas veces al tocar fondo y sentir miedo a lo que enfrentamos, el sentirnos vulnerables nos confronta con muchos hábitos nocivos que quizás no habíamos detectado. No éramos tan fuertes o maravillosos como nuestro ego nos hacía creer. Puede ser una gran ocasión para aprender a pedir ayuda, para parar de una rutina nociva, para poder encontrar más fuerza en nosotros mismos, para aprender a amar ese “yo miedoso”, así como amas al “yo invencible”. Al final ambos no son más que una ilusión. Esa fe y esa compasión, en última instancia, le tenemos que volcar y encontrar en nosotros mismos.
La práctica de ásana provee valiosas oportunidades para poder trabajar con el miedo, habitualmente en el campo de las inversiones, donde coincidentemente el corazón queda por encima de la cabeza, tocando el miedo a soltar el dominio de la razón, a sentir y a abrir el corazón. Trata de seguir estos consejos mientras pongas tu mundo al revés. Antes que nada… ¡respira ujjayi! Así podrás escuchar la respiración y monitorear su calidad. Trata de observar lo emocionante de ver tu mundo desde una perspectiva completamente distinta…el techo es el piso y el piso es el techo. Los árboles crecen al revés y el cielo está por debajo. Piensa que quizás lo peor que puede pasar es que te caigas, y muchas veces una caída responsable y consciente es muy liberadora (en estado de miedo y sin conciencia, no tanto). ¡Diviértete! Si sale la postura, qué bien… si no también. El tema aquí es lo que pasa en el proceso… ¿es consciente o no? Entre menos expectativas, menos frustraciones. Con una práctica constante, sin brechas y bien hecha, vamos estableciendo una base sólida y firme.
Rafael Cervantes, octubre 2016
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